23 agosto 2009

Le Nozze di Figaro en el Real de Madrid.


Por Ramón Jacques
(Vía Pro Opera)

El Teatro Real de Madrid concluyó su temporada 2008-2009 con la conocida opera mozarteana Le Nozze di Figaro, la que es considerada una de las obras mas divertidas y teatrales de siempre. Para la ocasión, el teatro estrenó una nueva propuesta escénica ideada y dirigida escénicamente por Emilio Sagi, realizada en coproducción con los teatros Bilbao, Las Palmas y el Teatro Nacional de Opera y Ballet de Lituania.

Sagi, con su equipo de trabajo en el que participaron Daniel Bianco, como diseñador de las escenografías y Renata Schussheim, como creadora del vestuario, ubicaron la obra dentro de su correcto contexto histórico, logrando plasmar y delinear un ambiente típico de la Sevilla andaluza dieciochesca, con bailables flamencos, colores claros, y texturas típicas de esta región del sur de donde transcurre la acción de la obra, y con visible influencia de las pinturas del pintor Francisco de Goya.

La producción es estéticamente visual y sugestiva, con un correcto juego de luces e iluminación, y pocos elementos en escena, algo característica en las propuestas de Sagi. Particularmente, el cuarto acto que se realizó en un opulento y prodigo jardín, incluida una fuente con agua, fue encantador. La mano escénica fue cuidadosa y detallada, de divertidos movimientos y gestualidad, combinando la tradición goldiana de combinar, personajes serios y nobles, con personajes cómicos y humildes

Para esta reposición, se conformó un cast vocalmente sobresaliente y homogéneo, encabezado por el barítono Fabio Maria Capitanucci, un Fígaro de majestuosa y grata musicalidad en su timbre, muy seguro en todos los registros los registros, y que actuó el papel con justa jocosidad y gracia.

El barítono polaco Mariusz Kwiecien encarnó un Conde porte y nobleza escénica, aunque por momentos se notó algo rígido en su desempeño, pero esto nada incidió en su sobresaliente función vocal, en la que mostró afinidad por este repertorio, con su refinada y exquisita voz de amplia proyección. La soprano Eva Mei, recreó una sensible y afectiva Condesa a la que prestó una sublime línea de canto y timbre claro.

La prestación escénica y vocal de Cinzia Forte fue valiosa, dando vida a una espirituosa, afable, femenina, y muy expresiva Susanna, siempre participativa y activa en escena. Su grata voz lírica fue melodiosa, ágil y precisa, su adecuada emisión de agudos apasionante, y la de pianos conmovedora y sutil.

Ketevan Kemklideze, es una nueva mezzosoprano que aparece en el circuito operístico, recreando un correcto y adecuado Cherubino. En el resto del cast, fue un lujo contar con el tenor argentino Raúl Giménez, como el malicioso Basilio, y el legendario bajo-barítono español Carlos Chausson, como un astuto Bartolo de voz profunda. Completaron el cast , la argentina Soledad Cardoso (Barbarina), el divertido Miguel Sola (Antonio) y Enrique Viana (Don Curzio). El coro a su vez realizo un loable trabajo en cada una de sus intervenciones.

La siempre segura batuta de Jesús López Cobos, guió el espectáculo exaltando los momentos más musicales de la alegre partitura, con algunos tiempos lentos al inicio, pero cumpliendo con su cometido de poner en primer plano la música de Mozart, con cuidado y consideración por las voces.

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